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El panorama es sombrío. Las estimaciones científicas muestran que desde 1900 ha desaparecido el 64 % de los humedales del planeta. La pérdida es aún mayor en algunas regiones, sobre todo en Asia. Aunque los humedales continentales están desapareciendo a un ritmo mayor que los humedales costeros, la tendencia general está clara. A consecuencia de ello, el acceso al agua dulce está mermando para entre uno y dos mil millones de personas en el mundo, y el control de las inundaciones, el almacenamiento de carbono y los medios de vida tradicionales relacionados con los humedales también se ven afectados. Al mismo tiempo, las poblaciones de especies de agua dulce disminuyeron en un 76 % entre 1970 y 2010 según el Índice Planeta Vivo de WWF.
El término ‘humedal’ engloba una tipología muy variada de ecosistemas (lagunas, deltas, marismas, lagos, pantanos, manglares…), en ocasiones muy diferentes entre sí aunque con una serie de características comunes que, además, les son propias. Su singularidad, lo que los diferencia de otros tipos de ecosistemas acuáticos como ríos, mares, etc., radica en sus particulares condiciones hidrológicas y en el papel que juegan como sistemas de transición o ecotonos, así como en la gran riqueza y diversidad de sus componentes bióticos y abióticos, que hacen que se encuentren entre lo ecosistemas más complejos y dinámicos, aunque también más frágiles, del planeta.
La Convención de Ramsar es uno de los patrocinadores del Índice de Extensión de los Humedales, que proporciona un indicador de la pérdida de los mismos en las últimas décadas al medir la disminución en una muestra mundial de más de 1.000 humedales entre 1970 y 2008. En términos generales, la extensión de dichos humedales se redujo en un 40 % como promedio durante este período. Aunque existen grandes diferencias entre humedales y regiones, la tendencia sostenida es inequívoca.
¿Qué factores impulsan esta pérdida?
Desgraciadamente, los humedales a menudo se consideran como terrenos baldíos, es decir, zonas que hay que drenar, rellenar y convertir a otros fines. Las principales causas de la pérdida y degradación de los humedales son :
· Grandes cambios en el uso del suelo y particularmente el aumento de la agricultura y el pastoreo.
· La desviación de agua mediante represas, diques y canalizaciones.
· El desarrollo de infraestructuras, particularmente en valles fluviales y zonas costeras.
· La contaminación del aire y del agua y el exceso de nutrientes.
Antiguos humedales : ¿ qué son ahora ?
Los factores que impulsan la pérdida de los humedales pueden variar considerablemente entre unos países
y otros. En los Estados Unidos, el drenaje para usos forestales tales como la tala fue responsable de una proporción importante de la pérdida de humedales entre 1998 y 2009. Las inundaciones también causaron disminuciones importantes. El desarrollo urbano y rural representó poco más de un tercio de la pérdida de humedales.
Fuerzas motrices de la transformación de humedales
Según el informe GEO5 Tanto para los humedales interiores como para los costeros, las fuerzas motrices de cambio más sobresalientes son el crecimiento demográfico y el creciente desarrollo económico, las que a su vez promueven el desarrollo de infraestructura y la conversión de la tierra, incluyendo la expansión agrícola. Otras fuerzas motrices que afectan directamente a los humedales son la deforestación, una mayor extracción de agua dulce, la derivación de los flujos de agua dulce, la disrupción y fragmentación del paisaje, la concentración excesiva de nitrógeno, la sobreexplotación, la salinización, los cambios en la temperatura del agua y la invasión de especies exóticas.
En 14 deltas analizados por Coleman et ál. (2008), más de la mitad de la superficie de humedales estudiada, de 1,6 millones de hectáreas, se ha perdido irremediablemente en un periodo de 14 años debido a causas naturales y a la conversión a terrenos para uso agrícola o industrial. El cambio climático global puede exacerbar la pérdida y la degradación de los humedales costeros.
Por otra parte, Syvitski et ál. (2009) analizaron los efectos de las actividades humanas en la subsidencia del delta, susceptibilidad a inundaciones y vulnerabilidad al aumento del nivel del mar, y concluyeron que la superficie de los deltas en riesgo de inundación podría aumentar más del 50% para finales de este siglo.
La deforestación, la desecación y la conversión para la agricultura de turberas generan una emisión substancial de CO2 y óxido nitroso (Mitra et ál. 2005). A nivel mundial, las turberas cubren el 3% de la superficie terrestre mundial, alrededor de 400 millones de hectáreas, de las cuales 50 millones de hectáreas están siendo drenadas y degradadas, produciendo el equivalente al 6% de todas las emisiones globales de CO2 (Crooks et ál. 2011). Evitar la degradación adicional de los humedales podría mitigar significativamente el cambio climático (Wetlands International 2011).
Es probable que la pérdida de los humedales y de los servicios ecosistémicos asociados continúe debido a las crecientes demandas de tierra y alimento, forrajes, biocombustibles y materiales (CA 2007). A nivel mundial, tanto los humedales costeros como los manglares continuarán disminuyendo a razón de más de 100 000 hectáreas por año, equivalentes a más del 0,7% anual, pero esa tasa de pérdida ha disminuido en comparación con el 1% anual de la década de 1980. Si bien en la mayoría de las regiones las tasas de pérdida han disminuido en comparación con las observadas en las décadas de 1980 y 1990, la pérdida de manglares en Asia se aceleró de nuevo durante 2000-2005 (UNEP-WCMC 2010). A pesar de esta pérdida, la región de Asia y el Pacífico contiene la mayor extensión espacial de sistemas de manglar –más del 50% de la superficie mundial total–. Otras áreas de manglar importantes se ubican en el norte de América Latina, África oriental y occidental, y el Mar Rojo.
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¿ Qué pueden hacer los responsables de la toma de decisiones ?
Pueden ayudar a frenar, detener e invertir la tendencia de varias maneras :
- Desarrollando políticas en las que se tengan en cuenta los servicios de los ecosistemas que prestan los humedales e integrándolas en la planificación del uso del suelo.
- Utilizando todos los humedales que quedan de manera racional, satisfaciendo las necesidades humanas y manteniendo al mismo tiempo la biodiversidad y otros servicios de los humedales.
- Restaurando los humedales que ya se han degradado.
- Desarrollando fuentes de financiación para la conservación de los humedales.
- Educando a los demás sobre los beneficios de los humedales.
La conservación de humedales en España
España es un país con un gran patrimonio natural de humedales, tanto por la riqueza de tipos ecológicos de ambientes acuáticos que existen como por la diversidad de especies que albergan y de usos que sostienen, que han conformado a lo largo del tiempo una valiosa cultura asociada a estos aprovechamientos.
Garantizar la conservación y uso racional de nuestros humedales (incluyendo la restauración o rehabilitación de aquellos que hayan sido destruidos o degradados), integrar la conservación y el uso racional de los humedales en las políticas sectoriales y contribuir al cumplimiento de los compromisos del Estado Español en relación a los convenios, directivas, políticas y acuerdos europeos e internacionales relacionados con los humedales, constituyen los elementos clave de esta actividad.
Los humedales brindan servicios y beneficios globales tan importantes como el papel que juegan en el ciclo hidrológico o en el clima planetario, aunque dichos beneficios no siempre son obvios o fáciles de comprender y cuantificar, por lo que es importante saber transmitir a la sociedad que estos beneficios existen e implicarla en su puesta en valor.
Además, resulta fundamental entender que los ecosistemas húmedos son uno de los más gravemente amenazados en todo el planeta. Sólo en España se calcula que durante los últimos 60 años ha desaparecido aproximadamente un 60% de la superficie encharcable original.
Todo ello hace que las estrategias e iniciativas relacionadas con la planificación, restauración y concienciación pública resulten de capital importancia en cualquier política de conservación de humedales.
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