Muchas personas atacan al mar, yo le hago el amor.
Jacques Cousteau
Una de las consecuencias más evidentes del cambio climático es el calentamiento de mares y océanos, provocando la acidificación del medio marino y alterando los patrones de lluvias. Esta combinación de factores incrementa otros impactos de origen antrópico causando una pérdida importante de la biodiversidad marina. Muchas comunidades viven de esta biodiversidad y de los ecosistemas asociados, por lo que deben tomarse rápidamente medidas para limitar el calentamiento de los océanos.
Alteraciones en la cadena alimentaria
Los
océanos en su ciclo vital absorben el calor de la atmósfera. Las últimas mediciones
nos muestran que el calentamiento de los océanos afecta no solo a la superficie
sino también a las zonas profundas. El impacto del calentamiento sobre la vida
marina de los océanos es importante, y la biodiversidad marina está en riesgo. Veamos
un caso paradigmático, el del plancton de las aguas más templadas del Atlántico
nororiental; organismos como los copépodos se están moviendo hacia el norte a
una velocidad de 200 a 250 km por década, debido al cambio de temperatura de las aguas que habitan. Estos pequeños crustáceos están la parte inferior de la cadena
alimentaria, por lo que las especies que se alimentan de estos copépodos están
cambiando su patrón de distribución como resultado del movimiento migratorio de su fuente de alimento.
Por
otra parte, los organismos que viven fuera de su temperatura óptima natural
gastan más energía en respirar, en detrimento de sus otras funciones
vitales. Ésto los debilita, haciéndolos más vulnerables a las enfermedades, y
permite que otras especies de aguas más cálidas y que se adaptan mejor a los
nuevos rangos de temperatura obtengan una ventaja competitiva. Además, las
esporas, huevos o crías de estos organismos tienen dificultades para desarrollarse
en temperaturas más altas de lo normal. De esta forma algunas especies tienen
problemas para adaptarse a las nuevas condiciones, lo que puede tener efectos indirectos
sobre los demás organismos que dependen de ellas. Este ciclo de
eventos en última instancia, influye en el funcionamiento general del
ecosistema, y puede conducir a una pérdida de biodiversidad marina. Ésto es exactamente lo que está sucediendo con los copépodos: son comidos por nuevas
especies, y tienen dificultades para adaptarse a un nuevo entorno, por lo que
su número decrece, lo cual influye en toda la cadena alimentaria.
Las
especies situadas en los eslabones superiores de la cadena alimentaria no
tienen acceso a su fuente de alimento tradicional, por lo que se ven forzadas a
trasladarse a otras zonas para sobrevivir. En Europa, la temperatura de la superficie marina se está
incrementando más rápidamente que en los grandes océanos, por lo que éstos animales
se trasladan a zonas más al norte. Éste fenómeno puede afectar a las capturas del
sector pesquero; un ejemplo ilustrativo son los bancos de caballa, localizados
cada vez más al norte. Obviamente las comunidades pesqueras e industrias
dependientes del sector están empezando a sentir los efectos de estos nuevos
patrones de distribución de especies comerciales, lo que debería de traducirse
en una llamada la acción para gobiernos y organismos internacionales, para
preservar este modo de vida y una fuente de ingresos. Uno de los ejemplos más
llamativos fue la guerra de la caballa entre la UE y las Islas
Faroe. La guerra de la caballa surgió en parte debido a la sobrepesca de bacaladilla y en parte como resultado
del desplazamiento hacia el norte del algunas especies ,como el arenque y la
caballa , en respuesta al aumento de la temperatura del mar.
Acidificación
Además de retener calor, los océanos también son un almacén de CO2. Los océanos absorben más de un tercio del CO2 liberado a la atmósfera por fuentes antrópicas. Cuanto más CO2 entra
a la atmósfera, más cantidad es absorbida por
mares y océanos, reaccionando químicamente con el agua produciendo ácido
carbónico, dando como resultado la acidificación del medio marino.
La acidificación del océano se ha asociado
históricamente con los cinco grandes periodos de extinción registrados en
nuestro planeta; con la diferencia de que hoy día el
proceso está ocurriendo a una velocidad 100 veces mayor
que en cualquier otro periodo de los últimos 55 millones de años, y las
especies no son capaces de adaptarse a un cambio en su medio tan rápido.
El proceso de acidificación afecta a la
vida marina en diferentes ámbitos. Por ejemplo, las especies de coral,
mejillones y ostras, y otros organismos marinos que cuentan con conchas o estructuras protectoras de carbonato cálcico tienen
problemas para desarrollarlas en aguas ácidas, con un ph bajo. Estas especies,
que son sólo un ejemplo, se encuentran en los niveles inferiores de la cadena
alimentaria, por lo que el proceso de acidificación puede afectar
al globalmente ecosistema marino en su conjunto.
Zonas muertas
Un incremento en la temperatura de los
océanos también afecta al metabolismo de los organismos marinos, el cual se ve
acelerado, por lo que aumenta el consumo de oxígeno, y se reduce su concentración en el medio. Esta disminución de O2 disuelto
en el agua puede llevar a que determinadas zonas sean inhabitables para la vida
marina, convirtiéndose en zonas muertas.
La cantidad de oxígeno en el medio marino
puede verse reducida también como resultado de la entrada de nutrientes, como
los fertilizantes arrastrados al mar por el agua de lluvia. El enriquecimiento
de nutrientes como nitratos y fosfatos puede ocurrir de forma natural, pero
aproximadamente el 80% de los nutrientes que llegan a ecosistemas marinos
tienen su origen en actividades generadas por el hombre, como aguas residuales
o residuos industriales, municipales o agrícolas. El resto proviene principalmente de gases nitrosos emitidos en la combustión de energías
fósiles procedentes de actividades industriales, tráfico, generación de
electricidad y calefacción. En las zonas de Europa donde se ha producido un aumento de la temperatura y de las
precipitaciones, los efectos del incremento de nutrientes en el océano son notables.
El enriquecimiento de nutrientes en el
medio acuático debido a causas antrópicas se denomina “eutrofización”, y tiene
como uno de sus efectos más notables un crecimiento excesivo de plantas
acuáticas. Cuando este fenómeno ocurre en el mar, las poblaciones de algas se
desarrollan más de lo normal, lo que conlleva un aumento del consumo de oxígeno
por parte de estos organismos y, por tanto, una disminución del oxígeno disponible para el resto de organismos
marinos, creando zonas de hipoxia o zonas
muertas donde la vida aeróbica subsiste a duras penas.
En Europa estas zonas muertas se han detectado en mares cerrados o interiores como
el Mar Báltico o el Mar Negro. El aumento de la temperatura del Mar Báltico se
ha incrementado 2ºC en el último siglo, lo que ha contribuido a la proliferación
de estas zonas muertas. A nivel global, desde mediados del siglo pasado, la proliferación de zonas muertas se ha duplicado en cada década. Desafortunadamente, incluso si a día de hoy se parasen las emisiones
de nutrientes al mar, el remanente acumulado continuaría ocasionando la aparición de zonas muertas durante décadas hasta que
los océanos recuperaran su estado natural.
Un futuro incierto
Aunque algunos modelos plantean diferentes
escenarios posibles de cambio climático, es difícil predecir el comportamiento
de las especies marinas ante el estrés que sufren los océanos. Pero lo que sí
sabemos con claridad meridiana es que debemos tomar medidas a corto plazo para
mitigar el cambio climático con el fin de limitar el calentamiento del
océano y la acidificación de los océanos, y los efectos que ambos tienen sobre
el medio ambiente, nuestro bienestar y el de resto de especies que habitan en
la Tierra.
Fuente: http://www.eea.europa.eu/
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