Las ciudades deben incrementar sus esfuerzos de adaptación para gestionar los retos, cada vez más complejos, causados por el cambio climático, como las inundaciones o las olas de calor cada vez más extremas. Un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) destaca los beneficios de invertir en medidas preventivas a largo plazo que las ciudades deben tomar para mejorar su capacidad de resiliencia.
El informe de la AEMA "Adaptación urbana al cambio climático en Europa 2016 - transformación de las ciudades en un clima cambiante” proporciona una estudio en profundidad de las acciones que los planificadores urbanos y políticos pueden tomar para ayudar a disminuir el impacto del cambio climático. El informe describe los cambios y retos socioeconómicos a los que se enfrentan las ciudades debido al cambio climático, y las posibles consecuencias. Se analizan los que enfoques que se pueden tomar para adaptarse, y explica que las medidas a corto medio-plazo por sí solas no serás suficiente para mitigar las amenazas. Hay que pensar de forma integral, implicar a todos los agentes implicados y gestionar a largo plazo; justo lo contrario de lo que estamos acostumbrados en estas latitudes.
El informe recomienda que la mejor manera de responder a estos desafíos es tomar un enfoque sistémico más amplio que aborde realmente las causas de la vulnerabilidad frente al cambio climático. Esto incluye por ejemplo una mejor planificación urbana, con más zonas verdes que puedan retener el exceso de agua de lluvia, y refrescar los núcleos urbanos en verano, mejorar y controlar los materiales de construcción, humanización de las zonas urbanas mediante peatonalización, o impedir la edificación de viviendas en zonas propensas a las inundaciones. Cuánto daño hizo el boom del ladrillo de los finales del siglo pasado y principios del XXI…ahora se pagan las consecuencias del carpe diem y el dinero fácil. Este enfoque puede transformar las ciudades y hacerlas mucho más atractivas, más resistente al clima y más sostenibles.
Las ciudades europeas son cada vez más susceptibles a los aspectos negativos del cambio climático, ya que se espera que aumente la frecuencia e intensidad de eventos extremos como olas de calor, inundaciones, escasez de agua y las sequías. Al mismo tiempo, se teme que la tendencia actual socio-económica y demográfica haga que las ciudades sean más vulnerables, ya que cada vez más la población migra hacia las grandes urbes. Lo cual tendrá un profundo impacto en una amplia gama de funciones de la ciudad, infraestructuras y servicios, tales como energía, transporte, y gestión del agua, afectando a la salud y a la calidad de vida.
Planificación e iniciativas puestas en marcha
De acuerdo con el informe, 100 ciudades, incluyendo Copenhague, Rotterdam, Barcelona, Bolonia y Bratislava, ya han comenzado a estudiar su vulnerabilidad frente al cambio climático. Se han desarrollado algunos planes y estrategias. Los gobiernos y las organizaciones a nivel de la UE, nacionales y regionales también comienzan a desarrollar marcos políticos y legislativos para que las ciudades pongan en práctica medidas de adaptación, entre ellas la iniciativa de la UE Estrategia de adaptación de la UE y el Pacto de los Alcaldes por el Clima y Energía. Sin embargo, queda mucho por hacer, ya que todavía muchas más ciudades ni se plantean el asunto.
Entre las ciudades europeas destacan tres ciudades por encima del resto, Róterdam, Gante y Bolonia.
En el caso de Róterdam y Gante, estas ciudades colaboraron con organizaciones de investigación para valorar qué zonas serían las más calurosas durante las olas de calor. Decidieron instalar termómetros en diversos lugares e incluso termómetros móviles en los tranvías. De este modo, pudieron determinar dónde era mayor el efecto isla de calor. En consecuencia, pudieron adoptar medidas para reducir este efecto, como la plantación de árboles.
Bolonia es una antigua ciudad medieval en riesgo de inundación por el río Po. Sin embargo, también padece los efectos de las lluvias intensas y de las olas de calor, de modo que su reto es triple. El ayuntamiento de Bolonia desarrolló una aplicación para teléfonos móviles que permitía a los ciudadanos detectar y notificar cualquier tipo de daño en la ciudad originado por lluvias intensas o calor extremo. Con esta aplicación, los ciudadanos también pueden realizar propuestas al ayuntamiento sobre formas de prepararse para lo que pueda ocurrir. Esta aplicación formaba parte del plan de adaptación Blue AP de Bolonia y obtuvo financiación de la Unión Europea (UE).
El Gobierno británico cuenta con un programa denominado UKCIP y el Gobierno alemán con otro llamado «KomPass». En el ámbito de la UE, aparte de la Estrategia Europea de Adaptación al Cambio Climático, se ha creado un portal de internet denominado «Climate-ADAPT», administrado por la Agencia Europea de Medio Ambiente. A través del cual las ciudades, las regiones y los gobiernos nacionales aprenden a adaptarse al cambio climático. También existe una organización de ámbito europeo creada específicamente para ayudar a las ciudades: Mayors Adapt. En el ICLEI se organizan conferencias como la celebrada en Bonn sobre ciudades resistentes (Resilient Cities) y —junto con la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA)— la jornada abierta europea (Open European Day) para fomentar el intercambio entre los profesionales de las ciudades.
Por último, existe financiación disponible: la UE ha destinado el 20 % de su presupuesto a ayudar a las ciudades y a los países a prevenir y adaptarse al cambio climático. Sin embargo, muchas ciudades desconocen este hecho.
Una de las mayores dificultades que tienen las ciudades a nivel práctico es la organización de sus actuaciones en los niveles administrativos. La adaptación al cambio climático implica establecer conexiones entre fronteras administrativas. Por ejemplo, si nos fijamos en los ríos que atraviesan distintas ciudades, es posible que la responsabilidad de la gestión hídrica en la parte urbana del río ni siquiera corresponda a la ciudad en cuestión. Las cosas todavía pueden complicarse más en ríos como el Rin o el Danubio, que cruzan varios países. Por tanto, para protegerse contra las inundaciones provocadas por estos ríos, las ciudades han de experimentar con nuevos modelos de gobernanza entre ciudades y países.
En el caso del Rin, Suiza, Francia, Alemania y los Países Bajos se unieron para planificar las zonas de retención de las aguas de inundación. Las ciudades y los países tendrán que seguir trabajando mucho en el ámbito de la planificación para adaptarse al cambio climático.
+ info: AEMA
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