Hoy en día la caza de ballenas es una actividad irrelevante como fuente de alimentación y tampoco tiene una importancia económica. Así pues, la pregunta que nos hacemos es por qué sociedades tan avanzadas y que son un referentes en otros aspectos como la japonesa, noruega o islandesa siguen cazando ballenas en pleno siglo XXI. Es terrible para su imagen internacional y la supervivencia de la especie. A pesar de la prohibición de 1986 de la IWC sobre la caza comercial, estos países se niegan a poner fin a sus operaciones de caza de ballenas. Noruega es, junto con Islandia, el único país del mundo que autoriza la caza de ballenas. Japón la practica pero, oficialmente, con fines científicos, pese a que una gran parte de la carne va a parar al mercado.
La respuesta oficial del gobierno japonés
Japón es una de las sociedades industriales más avanzadas en el mundo, altamente urbanizada y dependiente de la alta tecnología y las comunicaciones. Si bien en el pasado fue uno de los países más aislados, hoy está completamente integrado en las distintas redes internacionales. Sin embargo, al mismo tiempo rigen patrones tradicionales de comportamiento y la ética social sigue teniendo un profundo significado en el panorama contemporáneo.
Según la BBC, la respuesta del gobierno japonés a la pregunta de por qué siguen cazando estos maravillosos cetáceos, es que la caza de ballenas forma parte de la cultura japonesa, y que los pescadores han cazado ballenas durante siglos; y que gobiernos u organizaciones extranjeras no dirán a su pueblo lo que tiene que hacer.
Otro de los argumentos que esgrimen es que la carne de ballena está muy arraigada dentro de su cultura culinaria. Los japoneses no comen nunca conejo, y no nos dicen a los europeos que dejemos de cazarlos, un buen argumento, sino fuera porque las ballenas están en peligro de extinción.
Varias comunidades costeras en Japón han hecho ballenas cazadas durante siglos , y continúan haciéndolo. Taiji, en la prefectura de Wakayama es famosa, o infame, por sus cacerías anuales de delfines, una auténtica salvajada. Hay otros lugares costeros el la prefectura de Chiba y en Ishinomaki, en el norte de Japón, también realizan cacerías anuales de cetáceos.
La caza de ballenas costeras forma parte de la cultura japonesa, como ocurre en Noruega e Islandia y los inuit del norte de Canadá . Sin embargo, sólo Japón mantiene una flota que sale a cazar ballenas en aguas de la Antártida, uno de los últimos santuarios salvajes del planeta, y mantiene un gran buque factoría para poder procesar en el mar los cientos de ballenas que cazan.
Según la BBC, la respuesta del gobierno japonés a la pregunta de por qué siguen cazando estos maravillosos cetáceos, es que la caza de ballenas forma parte de la cultura japonesa, y que los pescadores han cazado ballenas durante siglos; y que gobiernos u organizaciones extranjeras no dirán a su pueblo lo que tiene que hacer.
Otro de los argumentos que esgrimen es que la carne de ballena está muy arraigada dentro de su cultura culinaria. Los japoneses no comen nunca conejo, y no nos dicen a los europeos que dejemos de cazarlos, un buen argumento, sino fuera porque las ballenas están en peligro de extinción.
Varias comunidades costeras en Japón han hecho ballenas cazadas durante siglos , y continúan haciéndolo. Taiji, en la prefectura de Wakayama es famosa, o infame, por sus cacerías anuales de delfines, una auténtica salvajada. Hay otros lugares costeros el la prefectura de Chiba y en Ishinomaki, en el norte de Japón, también realizan cacerías anuales de cetáceos.
La caza de ballenas costeras forma parte de la cultura japonesa, como ocurre en Noruega e Islandia y los inuit del norte de Canadá . Sin embargo, sólo Japón mantiene una flota que sale a cazar ballenas en aguas de la Antártida, uno de los últimos santuarios salvajes del planeta, y mantiene un gran buque factoría para poder procesar en el mar los cientos de ballenas que cazan.
Estas expediciones para cazar ballenas en la Antártida no tienen nada de histórico, más bien son un motivo de vergüenza de una sociedad que es tomada como un referente en otros aspectos.
Nada acerca de estas expediciones balleneras antárticas es histórico .El primer viaje de caza de ballenas de Japón a la Antártida tuvo lugar a mediados de la década de 1930, pero no hubo grandes cacerías hasta después de la Segunda Guerra Mundial . Japón estaba en ruinas , y su población hambrienta. Con el respaldo del general Douglas MacArthur , Japón convirtió dos buques de la Marina estadounidense en enormes naves de fábricas y embarcó hacia el Océano Antártico.
Desde fines de los años 40 hasta mediados de los 60 la carne de ballena fue la principal fuente de carne en Japón. En su punto álgido en 1964, Japón mató más de 24.000 ballenas en un año.
Hoy Japón puede darse el lujo de importar carne de Australia y Estados Unidos, por lo que no tiene sentido seguir cazando ballenas masivamente como recurso para alimentar a la población.
Otra justificación de Japón es que necesita matar a cientos de ballenas cada año para estudiarlas.Pero la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sistemáticamente ha desmantelado este argumento.En 2014 decretó que no había una base científica para el programa de "investigación letal" de Japón en la Antártida y ordenó a Tokio que pusiera fin a la actividad.Durante un año Japón la detuvo. Pero el año pasado envió a su flota al mar una vez más, insistiendo, para incredulidad de muchos, en que su nuevo programa, más pequeño, de caza de ballenas satisfacía los requisitos de la CIJ.
Según datos de IFAW, La flota ballenera japonesa sale dos veces al año. Por lo general, en noviembre, los buques se dirigen al Santuario Oceánico del Sur, donde su exención a la prohibición de la caza de ballenas para la ciencia les permite matar hasta 1.000 ballenas de minke o enanas. Los barcos balleneros luego se dirigen al noroeste del Pacífico en mayo, donde los balleneros japoneses pueden matar hasta 100 ballenas de minke, 50 ballenas de Bryde y 10 cachalotes en el nombre de la ciencia.
Islandia y Noruega
Noruega sólo respeto la prohibición de la caza de ballenas de la CBI, hasta 1993. Aprovechando un vacío legal en la Convención Internacional para la Regulación de la Caza de Ballenas, Noruega se opuso a la moratoria de la caza, y reanudó la caza de ballenas de minke.
Noruega establece su propia cuota para el número de ballenas a cazar y sus balleneros están autorizados a matar por razones comerciales. Este número ha ido subiendo y subiendo, donde se permitía matar 671 ballenas de minke en el año 2002 a más de 1.000 en la actualidad. Sin embargo, en los últimos años, menos de la mitad de este límite de captura auto-asignada han sido tomadas.Noruega esta ahora cazando una mayor cantidad de hembras reproductoras que podría poner en grave peligro la supervivencia a largo plazo de las ballenas minke en el Atlántico Norte.
Al igual que Japón, Islandia inicialmente llevó a cabo un programa "científico" de caza de ballenas. Luego, en 1992, se retiró de la CBI. Cuando Islandia se reincorporó en el 2004, incluyó una cláusula en su re-entrada en donde manifestaron su oposición a la moratoria de dicha caza. En 2006, Islandia reanudó su caza comercial, dirigida a las minke y a los rorcuales comunes o ballena de aleta. Sólo en el 2010, los balleneros de Islandia mataron a 148 ballenas de aleta y 60 ballenas de minke.
¿Cuántas ballenas quedan?
Hoy en día, se estima que sólo 10.000 ballenas azules sobrevivieron después de la matanza de 150.000 ballenas realizada sólo en la década de 1930. Y a pesar de que la caza del Minke antártico es más reciente, esta especie ha sido capaz de recuperarse hasta casi a su cifra original gracias a que su ciclo de reproducción es más veloz el que otros cetáceos más grandes.
Se estima que la cifra de ballenas sacrificadas en el siglo XX ascendió a 2,9 millones. Esta cifra es mucho más que una mirada hacia los horrores del pasado, ya que provee información fundamental acerca del daño causado al ecosistema del océano debido a la eliminación de estos gigantes del océanos.
Imagen: UPSOCL
En definitiva la caza de ballenas continúa, a una escala mucho menor, que en el siglo XX Sin embargo, el avistamiento de ballenas ahora representa una industria mucho más valiosa, y puede ser un de los pilares de su salvación.
0 comentarios:
Publicar un comentario