Agricultura sostenible y biodiversidad: un vínculo indisociable



 
La FAO ha publicado un nuevo estudio en materia de la biodiversidad, área que cubre diferentes sectores: la agricultura, la pesca y la silvicultura. Proporciona ejemplos de proyectos sobre el terreno y arroja luz sobre las políticas internacionales en materia de biodiversidad. 

El documento explica cómo la biodiversidad y los ecosistemas favorecen al bienestar de las personas y proporcionan una alimentación sana, agua potable, protección y recursos naturales para nuestras necesidades básicas. La agricultura es uno de los mayores usuarios de la biodiversidad, pero también tiene el potencial de contribuir a la conservación de dicha biodiversidad. 

Dado que la agricultura ocupa más de un tercio del territorio de la mayoría de los países del mundo, si se gestiona de forma sostenible puede contribuir a funciones ecosistémicas de relevancia. Entre estas, cabe destacar el mantenimiento de la calidad del agua, el control de la erosión, el control biológico de las plagas y la polinización. 

Nuestra capacidad para disfrutar de los servicios ecosistémicos en el futuro depende en gran medida de cómo los entendamos, valoremos y gestionemos, tanto dentro como fuera de los sistemas de producción agrícola. Para conseguir este objetivo, los diferentes sectores tienen que colaborar.

Según el documento, el reto actual más importante consiste en lograr el modo de aumentar la producción para satisfacer la creciente demanda de alimentos, piensos y bioenergía, conservando al mismo tiempo la biodiversidad y reduciendo la presión sobre los recursos naturales y los ecosistemas. 

La biodiversidad es crucial para la seguridad alimentaria y la nutrición.

Es necesaria para producir sosteniblemente suficientes alimentos nutritivos de cara a los desafíos a los que nos enfrentamos, tales como el cambio climático, el crecimiento poblacional y los cambios en la alimentación de las personas. La producción debe abordar no solo la cantidad de comida o calorías, sino también los nutrientes de alto valor, tales como vitaminas, minerales y otros micronutrientes. En los ecosistemas agrícolas, el mantenimiento de la diversidad biológica es importante tanto para la producción de alimentos como para conservar los cimientos ecológicos necesarios para sostener la vida y los medios de subsistencia.

La agricultura es uno de los mayores usuarios de la biodiversidad, pero también tiene el potencial de contribuir a la conservación de dicha biodiversidad. 

Dado que la agricultura ocupa más de un tercio del territorio de la mayoría de los países del mundo, si se gestiona de forma sostenible puede contribuir a funciones ecosistémicas de relevancia. Entre estas, cabe destacar el mantenimiento de la calidad del agua, el control de la erosión, el control biológico de las plagas y la polinización. 

Se necesita una buena gobernanza, así como marcos e incentivos administrativos para facilitar la incorporación de la perspectiva de la biodiversidad.

En el marco de su compromiso con la biodiversidad agrícola y la interacción entre biodiversidad y agricultura, la FAO contribuye mediante sus políticas, programas y actividades a la conservación y el uso de la biodiversidad para la alimentación y la agricultura.

Alimentar a un mundo cambiante: El reto en eterno crecimiento

A pesar de las iniciativas mundiales en varios frentes y de los casos de éxito en muchos países, todavía hay casi 800 millones de personas que sufren de hambre crónica y más de 150 millones de niños menores de 5 años padecen de crecimiento retardado (baja estatura para su edad). El Estado mundial de la agricultura y la alimentación 2016 indica que en 2050 se necesitará cerca de un 60% más de alimentos accesibles respecto a 2006 para hacer frente al crecimiento demográfico y a la modificación de los hábitos alimentarios. 

 

Los temas relacionados con la alimentación y la nutrición son complejos y los países se enfrentan cada vez más a una doble carga de malnutrición. Las cifras mundiales de obesidad han aumentado en una proporción superior al doble desde 1980. En 2014, 1.900 millones de adultos y 41 millones de niños menores de 5 años padecían de sobrepeso u obesidad, lo cual conlleva grandes costes sanitarios en los países. La mayoría de la población mundial vive en países en los que hay más muertes por sobrepeso u obesidad que por insuficiencia ponderal. 

Además, la FAO estima que hasta un tercio de alimentos se pierde o desperdicia a lo largo de la cadena de suministro, desde

la producción inicial hasta el consumo final en los hogares. Esto no sólo supone una pérdida de alimentos disponibles para el consumo humano, sino también un desperdicio de los recursos productivos (tierra, agua, energía e insumos), así como una contaminación y una emisión innecesaria de gases de efecto invernadero. 

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