Guerra del agua: re-partiendo el Nilo

En el futuro las guerras o amenazas de guerras ya no sólo se darán entre las naciones por el petróleo sino por el agua, si persiste la "inercia de los dirigentes". Informe de la ONU: Las guerras del futuro serán por el agua
Foto propia: Río Nilo a su paso por Egipto


La crisis del agua a nivel global
La crisis mundial del agua cobrará en los próximos años proporciones sin precedentes y aumentará la creciente penuria de agua en muchos países en desarrollo, según un informe de las Naciones Unidas. 

La escasez del líquido provocaría serias crisis en la UE y USA, y en países de Asia y África; el agua es un negocio de 600,000 millones de dólares, pero crecerá al 1 billón en sólo seis años. En los últimos 10 años, el S&P 500 Global Water Index ha superado a los principales índices del oro y la energía en el mismo periodo. De hecho, el recurso rebasó el desempeño del mercado de valores en el mismo periodo. 

Los recursos hídricos disminuirán continuamente a causa del crecimiento de la población, de la contaminación y del previsible cambio climático. Los abastecimientos de agua disminuyen, mientras que la demanda crece a un ritmo pasmoso e insostenible. Se prevé que en los próximos 20 años, el promedio mundial de abastecimiento de agua por habitante disminuirá en un tercio. Los más afectados siguen siendo los pobres, ya que el 50% de la población de los países en desarrollo está expuesta al peligro que representan las fuentes de agua contaminadas. En los últimos 50 años el consumo de agua se duplicó. Los niños nacidos en países desarrollados consumen entre 30 y 50 veces más agua que los nacidos en países en desarrollo. Entre tanto, la calidad del agua sigue empeorando.


Ruido de sables en el Nilo
El mayor proyecto de presa hidroeléctrica en África, emprendido por Etiopía, levanta ampollas en El Cairo. Algunos políticos egipcios parecen no tener reparos en emprender una guerra sucia contra sus vecinos etíopes, incluyendo planes para sabotear la obra o incluso para apoyar a rebeldes contra el gobierno de Adis Abeba. En 2013 dirigentes egipcios plantearon acciones de sabotaje sobre la Gran Presa Etíope del Renacimiento. Naturalmente pensaron que se encontraban en una reunión privada. Pero en medio de toda esta intriga y con una gran sonrisa, el presidente Muhammad Mursi informó a sus colegas que la discusión estaba siendo retransmitida por el canal estatal de televisión. 

Vergüenzas y sonrojos aparte, no era ningún secreto que Egipto anhelaba parar el proyecto de la mayor presa hidroeléctrica del continente africano, que no es moco de pavo. Cuando Etiopía complete las obras de construcción de la presa en 2017, las dimensiones de la obra serán faraónicas, nunca mejor dicho, con 170 metros de altura y 1.8 kms de anchura. Las reservas de agua que se pretenden embalsar, se calculan que serán equivalentes al volumen del Nilo Azul en el que se encuentra el enclave del embalse (es decir que la cantidad de agua embalsada será equivalente a una de las fuentes del Nilo ,que tiene principalmente dos afluentes, el Nilo Blanco y el Nilo Azul, ver mapa). Y tendrá una capacidad de producción de 6,000 megawatios de electricidad, duplicando la capacidad actual eléctrica del país, que deja a tres de cada cuatro etíopes en la oscuridad.


    Foto:The Economist

Esta bendición para Etiopía es la pesadilla de Egipto, que durante milenios ha visto el Nilo como una serpenteante línea de vida a través de su vasto desierto. El río sigue proporcionando casi toda el agua del país. Egipto reclama dos tercios del flujo fluvial del Nilo, basándose en un tratado que firmó el por entonces presidente Nasser con Sudán, allá por 1959. Pero incluso este agua ya no es suficiente para satisfacer el crecimiento de la población y mantener la agricultura.

El suministro anual de agua por persona se ha reducido en más de la mitad desde 1970. La ONU advierte de una crisis que se avecina. Mientras tanto los funcionarios egipcios, poco dispuestos a arreglar las fugas de sus colectores, claman que la presa dejará al país más seco que una mojama. Ni que decir tiene que el Nilo es la vida para el país de los faraones. El historiador griego Herodoto llamaba a la tierra fértil de Egipto el regalo del Nilo.

Egipto ha defendido su suministro de agua con uñas y dientes, lo que ha enturbiado las relaciones con los otros ocho países que comparten la cuenca del Nilo. La mayoría de ellos se han comprometido a cooperar entre sí, descartando otro antiguo tratado que, según Egipto, le da un veto sobre los proyectos de exploración y producción del Nilo.

Recientemente el gobierno egipcio adoptó un tono más conciliador. En marzo del año pasado Abdel- Fattah al- Sisi, que derrocó al Sr. Morsi en un golpe de Estado, se unió a Haile Mariam Desalegne, el primer ministro de Etiopía, y Omar al- Bashi , presidente de Sudán, para firmar una declaración que tácitamente bendice la construcción de la presa mientras que no haya "daño sensible" a los países río abajo. El acuerdo fue confirmado y se estableció que dos empresas francesas estudiaran el posible impacto ambiental y humano de la presa. Este paso está en stand by desde hace mucho tiempo. Los estudios de impacto deberían haber finalizado hace meses, pero las disputas sobre la división del trabajo, y la retirada de una empresa, han causado importantes demoras. Fuentes egipcias citan que Etiopía está estancando estos estudios de impacto para que las obras avancen sin impedimento. Ya a medio terminar, los expertos temen que podría ser demasiado tarde para corregir cualquier problema. 

Una sombra de desconfianza sobrevuela sobre el uso final de la presa. Etiopía insiste en que va a producir sólo energía y que el agua que mueva sus turbinas (menos la que se evapore durante el almacenamiento) saldrá por el otro lado de la presa siguiendo el curso natural del Nilo Azul. Pero Egipto teme que también se utilice para el riego de los cultivos etíopes, y disminuya el suministro río abajo. Los expertos se muestran escépticos ya que no tiene sentido tecnológico o económico [para Etiopía] regar la tierra con el agua embalsada, ya que implicaría bombear de nuevo aguas arriba; no obstante la opción es tentadora para una región tan pobre y con escasos en recursos hídricos.

Una preocupación más razonable es la relacionada con la reserva de agua de la presa. Si se llena demasiado rápido, Egipto vería reducido su suministro de agua durante el tiempo que tarde en alcanzar el volumen de funcionamiento óptimo, y afectaría a la capacidad de generación eléctrica de la presa de Asuán. Por otra parte, el gobierno de Etiopía está sometido a una gran presión para que se produzca un rápido retorno de su inversión, de unos 4400 millones €.



Algunos expertos comentan que llenar el embalse podría tardar siete años, siete años en los que Egipto vería reducido el caudal aportado por el Nilo Azul. Aunque este periodo es relativo, ya que puede haber años extremadamente secos y años extremadamente húmedos. Además sería recomendable liberar una cantidad fija de agua de la presa cada año, dejando un caudal mínimo ecológico aguas debajo de la presa para minimizar impactos.

Un país clave en las negociaciones es Sudán, que durante mucho tiempo fue aliado de Egipto para oponerse a la construcción de la presa, a unos 20km de la frontera. Pero a medida que los beneficios potenciales para Sudán se han puesto de manifiesto, ha cambiado de bando y actualmente respalda a Etiopía.

Sudán, uno de los países más pobres del mundo, con unas carencias energéticas enormes y con periodos de sequía extremos, recibirá algo de la energía producida por la presa y del agua embalsada. También al estabilizar el flujo del Nilo, se evitarán inundaciones en territorio sudanés, y una vez que modernicen sus sistemas de cultivo tradicionales, podrán aumentar el consumo de agua y la producción agrícola. Actualmente gran parte del reparto del agua que correspondía a Sudán bajo el tratado de 1959 es consumida por los egipcios. Para disgusto egipcio, las aguas de la temporada del monzón ya no pasarán sin más por las tierras de sus vecinos del sur y terminan en el lago Nasser, el enorme embalse de la presa de Asuán.

El volumen de agua que utilizará Sudán, y otras variables, como los cambios en las precipitaciones y la calidad del agua, determinarán cómo se gestiona la presa. Lo que requerirá más cooperación y una voluntad de compromiso entre todos los países implicados. El desacuerdo entre Egipto y Sudán por asuntos tales como la definición de "daño sensible" es un mal presagio. Pero los tres países podrían beneficiarse si trabajan juntos, ya que la capacidad de la presa para almacenar agua para épocas de sequía y vacas flacas, y su potencial para producir energía barata para la exportación, es enorme.

La presa del Renacimiento etíope es el último ejemplo de la voluntad de los países para compartir un recurso tan escaso en algunas zonas como el agua dulce. Es posible que pronto veamos otros capítulos similares y habrá que estar a atentos cómo reaccionan los gobiernos de las naciones implicadas. Etiopía planea construir otros embalses en el Nilo, lo que podría afectar aún más el caudal disponible de aguas abajo. Por otra parte Sudán ha prometido a sus inversionistas extranjeros una gran cantidad de agua para riego. A buen seguro si Egipto se siente a merced de sus vecinos del Sur se oirá ruido de sables.

Fuentes
Informe ONU
The Economist

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