Ácidos bajo el agua ¿son corrosivos nuestros mares y océanos?


Los océanos cubren casi las tres cuartas partes de la superficie de la tierra, contienen las nueve décimas partes de los recursos de agua y más del 97% de los seres vivos del planeta. Los océanos son parte esencial de nuestra biosfera: influyen en nuestro clima y afectan a nuestra salud y nuestro bienestar. De hecho, sin los océanos la vida no existiría en nuestro planeta.
Los océanos son un recurso económico vital que proporciona sus medios de vida a millones de personas en todo el mundo. El grueso del comercio internacional —aproximadamente el 90%— se transporta por mar. Más del 29% de la producción mundial de petróleo viene de los océanos. El turismo de playa y los cruceros son una importante fuente de ingresos para muchos países, especialmente los pequeños Estados insulares en desarrollo. Cada año se capturan en todo el mundo casi 90 millones de toneladas de pescado, con un valor aproximado de 50.000 millones de dólares, y el sector pesquero y la acuicultura por sí solos dan trabajo a 36 millones de personas. Por último, cada vez son más los científicos que se interesan por el fondo de los océanos y buscan allí los descubrimientos científicos y los recursos del futuro.
                                              
Nos resulta fácil pensar que nuestros mares y océanos están ahí y no van a cambiar, que seguirán en la forma en que han estado siempre, llenos de belleza, vida y misterio, proporcionando sustento, aventura y espléndidos paisajes subacuáticos.
Pero lo que sucede en tierra, en la superficie, al final termina afectando a los océanos, y la gran extensión de agua que cubre el 71% de la superficie de la Tierra está empezando a  ser corrosiva para la vida marina. Las primeras señales han sido inconfundibles. Las larvas de ostras en los criaderos controlados en el noroeste del Pacífico comenzaron a morir en grandes cantidades en 2006. Investigadores y propietarios de criaderos se dieron cuenta al cabo de varios años, después de innumerables ensayos y errores, de que la causa era el agua del océano que estaban bombeando, cuyo pH había bajado de manera alarmante, lo que conllevó que las ostras en fase inicial no pueden formar sus conchas.



Los océanos actúan como una esponja gigante cuando se trata de las emisiones de dióxido de carbono, asimilando un tercio de las emisiones de acumulación de las plantas de carbón, automóviles, fábricas, aviones, camiones y utilidades. En total, los océanos se tragan unos 22 millones de toneladas de dióxido de carbono al día, y una vez bajo el agua, el CO2 empieza a cambiar la química del océano. Ese cambio químico se llama acidificación de los océanos y los impactos en los mariscos son sólo el comienzo.
Consecuencia de esta subida en la acidez del mar, se producen varios impactos en los ecosistemas marinos. Un primer impacto económico, los productores de moluscos comenzaron a establecer mecanismos de control más eficientes y caros para analizar el agua de mar que entra a los tanques, al tocar directamente el bolsillo se movilizó a parte del gremio -y adoptaron medidas correctivas no preventivas, como suele ser habitual-. La acidificación de los océanos tiene también un impacto en los diminutos caracoles marinos conocidos como pterópodos, criaturas de los que dependen, están en su dieta, una gran cantidad de peces de importancia comercial para el homo sapiens (como el salmón). 
Y luego están los arrecifes de coral, magníficos hábitats submarinos de los que dependen más de un millón de especies de plantas y animales, y la vida y el sustento de innumerables comunidades costeras. Para estos arrecifes,  ya al borde del abismo, gracias a una serie de factores estresantes como la contaminación, la pesca excesiva, la escorrentía y el calentamiento, la acidificación del océano es sólo la última de una larga lista de amenazas. La pérdida de estos ecosistemas puede ser irreparable desde el punto de vista ecológico para muchas especies que lo habitan, y a posteriori económico, ya que muchos de estos ecosistemas y especies son fuente de riqueza para las comunidades locales y para la industria pesquera.
Nuestros océanos se encuentran pues en una encrucijada ácida: las emisiones son un problema mundial que requiere una solución global, y hay poca voluntad política, sobre todo en los EE.UU, UE y los BRIC´s, de tomar medidas importantes para reducir realmente estas emisiones.

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